“Hace mucho tiempo en una galaxia lejana, muy lejana…”. Es el arranque de una versión de Star Wars que dura apenas un minuto. Y el cuentacuentos que la declama, con voz sintética y femenina, es Nao, un robot doméstico ya a la venta por 6.000 euros. Darse este caro capricho —que el responsable de Juguetrónica, Daniel Bayón, compara con el de comprarse “la tele de última generación”— marca la aún larga distancia que queda por recorrer para que los robots humanoides formen parte de nuestras vidas. Pero eso no quiere decir que no sea un sector de hirviente creatividad.
 Humanoids 2014 —título elegido para esta edición por la Conferencia Internacional sobre Robots Humanoides que se celebra anualmente— reúne a más de 400 investigadores de todo el globo durante estos tres días para hablar de lo más candente en esa robótica que busca emular, y a veces llanamente sustituir, al hombre. “Sí. Nos sustituirán en unos trabajos, pero también generarán nuevos tipos de empleos”, asegura Eric Meyhofer uno de los expertos del Centro Nacional de Ingeniería Robótica de Estados Unidos.
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El robot que Meyhofer ha presentado esta mañana, CHIMP, desarrollado en la Universidad Carnagie Mellow (EEUU), es capaz de levantar 150 kilos de peso, conducir un vehículo o hacer cualquier otro tipo de tarea con “la fuerza de cuatro hombres”. Se pensó como el operador ideal en un desastre como el del reactor de Fukushima, capaz de realizar tareas complejas en situaciones extremas, pero Meyhofer afirma que ya hay empresas interesadas en llevar esta investigación a la práctica en un entorno industrial. Un atisbo a esos robots que comenzarán a llegar a las industrias en cinco años, según este experto.

Interacción es la palabra clave que se escucha en los simposios y en los pasillos. La electrónica o la informática ya no son los mayores enemigos a vencer. Lo fundamental es cómo interactúa el robot con su entorno. Para un área industrial, ya se plantea que lleguen al mercado en el corto o medio plazo. Donde parece más complicado esperarlo es en el entorno doméstico.

“Yo creo que habrá que esperar unos 20 años. Ahora lo único que nos podemos plantear, tanto por costes como por tecnología, son robots para interactuar con gente en grandes espacios como museos o exposiciones”, explica Will Jackson, director de la empresa británica Engineered Arts Limited, que muestra a su robot Robothespian en la zona de exhibidores, con 17 stands de compañías y universidades.